(Español) Meg Meeker: Padres fuertes, hijas felices (Strong Fathers, Strong Daughters) Ciudadela. Madrid
La autora, médico pediatra y madre de cuatro hijos, con larga práctica en el atendimiento clínico y psicológico de adolescentes y sus familias, recoge aquí sus experiencias que convergen para el recado principal: el padre es una figura esencial e insubstituible para formar a las propias hijas. Los 10 capítulos del libro son consejos que la autora da a los padres de familia y que también da –lo cuenta con naturalidad- a su propio marido, también médico, competente con sus pacientes, pero que corre el riesgo de olvidar las acertadas recomendaciones que da a su clientela, cuando se trata de sus propias hijas. Todo es, quizá, conocido; pero no por eso menos importante. Advertencias como “usted es el hombre más importante da la vida de su hija, es su héroe, su primer amor, el modelo sobre el que se apoyará cuando busque su futuro marido” son informaciones sabidas, aunque la dificultad estriba en cómo colocarlas en práctica. Y aquí entran las historias con la que la Dra. Meeker ilustra cada uno de estos consejos. Historias de sus pacientes, e historias propias, de ella con su padre, también médico, y que reconoce ser un elemento fundamental en su formación como mujer, como madre, esposa y profesional. Algunas historias concluyen con una lógica abrumadora: “Escuche a su hija, atiéndala cuando le habla; hágale preguntas y escúchela. Las chicas odian sentirse invisibles. Sin su atención se sienten inseguras y no queridas”. Otras son impactantes: “Abrace a su hija. Pocos son los padres que de dan cuenta de lo importante que es abrazar a sus hijas. Innumerables chicas me dijeron (en la consulta, se entiende) que habían tenido relaciones sexuales con un muchacho (que ni siquiera era su novio) sencillamente por el contacto físico; porque sus padres nunca las abrazaron ni les mostraron afecto”. Un libro para leer poco a poco, e intentar ir practicando la mucha sabiduría que decanta a lo largo de sus páginas.
Comments 1
Caríssimo Pablo, só o modo vibrante como vc comenta já instiga a leitura, ainda mais para quem tem, como eu, filhas e já agora netos.
Abração, continue com esse entusiasmo contagiante!
Roberto Mortari Cardillo