(Español) Roberto Bolaño: “El Tercer Reich”
Roberto Bolaño: «El Tercer Reich». Anagrama. Barcelona. 2010. 360 pgs.
Animado, quizá picado por la curiosidad, pues me había tropezado en los últimos meses con varias críticas y comentarios del escritor chileno que murió en 2003, con sólo 50 años, compré esta novela, en una de mis excursiones de invierno a una librería de Madrid. La dejé reposando un par de semanas en mi estantería y me aventuré a leerle. Una obra inédita –dice la etiqueta de presentación- que ha sido un feliz hallazgo. Bolaño escribe esta obra en 1989, se encuentra después y se publica como póstuma. Sin quitarle el mérito que la crítica moderna parece atribuirle, confieso que no me ha enganchado. Ni lo más mínimo. Y tampoco me ha gustado. No sé lo que quiere decir desplegar con mano maestra –de nuevo la etiqueta verde de marketing- pues la prosa del chileno me parece de lo más corriente, y carece de la estética en la forma que, quizá ingenuamente, pensaba encontrar. Y el fondo tampoco me convence.
El despliegue que realiza es el de un alemán al que la apasionan los juegos de guerra –guerra de salón, claro- y de ahí el nombre del libro. Las descripciones del juego –que son las de la segunda guerra mundial- resultan tediosas, salvo que el lector sea un viciado en el tema. En los juegos, se entiende; porque si el vicio es la guerra, hay obras mucho mejores sobre el asunto. El protagonista vive sumido en un completo nihilismo, sale de su madriguera afectiva para mover sus fuerzas bélicas, y para relacionarse con un mundo, no afectivamente, sino fisiológicamente. Comer, beber, dormir, roncar, practicar el sexo, ducharse y tumbarse en la playa mientras los demás circulan a su alrededor como figurantes. En fin, un egoísta patológico e insufrible, que tampoco alcanza la más mínima profundidad para describir su interioridad, si es que tiene alguna. Posiblemente no.
Habrá quien vea en todo esto- novela y protagonista- una crítica a la mentalidad germánico nazista. Pero la crítica, si es tal, tampoco cumple lo que se propone. Recordé, por ejemplo, otras obras de mucho más impacto, como «Las Benevolentes» de Jonathan Littel, donde la crítica al nazismo se construye sobre una prosa descriptiva envolvente, aunque el fundo sea nauseante y pernicioso. Y es que hasta para destruir con eficacia, se necesita densidad narrativa y estilo. Bolaño que me perdone, pero tendré que recuperarme del chasco antes de aventurarme de nuevo con otro libro suyo.