(Español) Eduardo Mendoza: La Verdad sobre el caso Savolta.
Eduardo Mendoza: La Verdad sobre el caso Savolta. Seix Barral. Barcelona. 1984. 463 pgs.
Recordando la buena impresión que me llevé del Premio Planeta 2010 (Riña de Gatos), me animé con esta novela del mismo autor, que es mucho anterior. Escribe con facilidad, se identifica fácilmente su estilo que esculpe los personajes, pero no es lo mismo. Quizá por el escenario –que conozco menos- o quizá por el modo como la presenta, que siendo original tiene sus inconvenientes.
La acción se sitúa en Barcelona, durante la tensión revolucionaria entre patronos, obreros y sindicalistas, de los años 1917-1919. Temática histórica que no domino y que, en palabras del propio autor, no es asunto de fácil interpretación, como se deduce por este párrafo que copio textualmente: “Tras años y años de lucha constante y cruel, todos los combatientes (obreros y patronos, políticos, terroristas y conspiradores) habían perdido el sentido de la proporción, olvidado los motivos y renunciado a los logros. Más unidos por el antagonismo y la angustia que separados por las diferencias ideológicas, los españoles descendíamos en confusa turbamulta una escala de Jacob invertida, cuyos peldaños eran venganzas de venganzas y su rama un ovillo confuso de alianzas, denuncias, represalias y traiciones que conducían al infierno de la intransigencia fundada en el miedo y el crimen engendrado por la desesperación”.
El modo en que se sirve la novela es novedoso y hasta insólito. Son piezas de un rompecabezas, que se mueven atrás y adelante en el tiempo, con personajes diferentes, dando entrada y salida a diversos actores, y que se supone deben componer entre todos el argumento de la novela. Un tapiz tejido por multitud de tejedores que ofrecerían, al final, el panorama del caso Savolta, título de la obra. Pero la verdad es que si me preguntan cuál es exactamente el argumento, o quien es el protagonista, no creo que sea capaz de responder concisamente. Es decir, que no veo lo que está perfilado en el tapiz, o si lo veo carece de interés. Y tampoco me atrevo a destacar un protagonista, con recelo de equivocarme.
Incluir muchos personajes, con sus vaivenes, idas y venidas, supone siempre un compromiso a la hora de contar una historia. Los colores y variaciones crecen, así como la riqueza posible de matices, pero se corre el riesgo de difuminar el resultado. Y los muchos árboles no dejan ver el bosque. No es un problema de número, sino de mantener el pulso cuando se cuenta, saber de qué se trata. Guerra y Paz es un ejemplo conocido de cómo se puede hacer esto muy bien, y que dispensa comentarios.
¿Qué es lo que Eduardo Mendoza ha querido presentar? ¿Una situación histórica concreta, con personajes ficticios? Fue lo que pensé inicialmente, acordándome de la Riña de Gatos. ¿O ensayar un modo diferente de contar las cosas? En cualquier caso, no me conquistó. Quizá porque me pilló cansado, o no era el momento. Los libros –y nosotros, como decía Borges- tenemos los momentos adecuados para leerlos. Este no era el mío.