(Español) Dolores Redondo: “El Guardián Invisible”
Dolores Redondo: “El Guardián Invisible”. Destino. Barcelona (2013). 432 pg.
Mujeres escribiendo sobre mujeres. Parece ser una tónica con éxito en el mercado editorial español. Y esto incluye las novelas policiacas, con sus crímenes, misterios, los sospechosos habituales, los que son y no lo parecen, los que parecen y no lo son.
Dolores Redondo es donostiarra y su novela nos sitúa en la ribera Navarra. La heroína, inspectora Amaia Salazar, que aunque vive en Pamplona y está casada con un artista, es, obviamente, del lugar: de Elizondo, en el valle del Baztán, escenario que encuadrará otras novelas, pues parece que Dolores está escribiendo una trilogía del Baztán. Los personajes –empezando por Amaia- son absolutamente telúricos, viven y se alimentan de la tierra y de las leyendas vasco navarras, que la autora mezcla con la ficción. Mezcla de proporciones equivalentes, pues tanto atraen a nuestra inspectora las pistas que serían sugestivas a cualquier detective, como la mitología local.
Leí en algún lugar que Dolores Redondo es una promesa que se consolida en las novelas policiacas, junto con Domingo Villar. Concluyo que la comparación –después de leer ambos- debe ser porque lo que Villar tiene de gallego, Dolores Redondo tiene de Navarra. Es decir, que son novelas regionales, y que las intrigas, crímenes, enigmas y desconciertos se pautan por la cultura local, que envuelve por completo a cada uno de los personajes.
Dicho esto –no se puede decir mucho más, sin arriesgarse a entrar en el argumento, acción condenable en cualquier comentario a una novela de misterio- se puede añadir que la novela se lee con gusto, es amena, te atrapa. Y también con algún sobresalto, por cuenta de las expresiones en euskera, y de alguna que otra grosería que coloca, supongo, para dar más realismo. Aunque lo de alternar con damas que escupen tacos como verduleros, nunca me ha convencido mucho. Cuestión de gusto.
Y, no podía faltar, la dimensión psicológica-afectiva de la protagonista, sus fantasmas y sus dudas vitales, en fin, todo el fascinante universo femenino. Ese es otro elemento siempre presente cuando las mujeres escriben sobre mujeres. Y nunca acertamos a saber qué es de la escritora y qué es de la protagonista. Yo siempre pienso que hay mucho de auto-retrato en estos casos, y las fronteras no están bien definidas. Ni falta que hace, pues eso es lo que les da el encanto peculiar.