(Español) Mercedes Salisachs: El caudal de las noches vacías

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Mercedes Salisachs: El caudal de las noches vacías. Planeta. Madrid.2013. 382 pgs.

el_caudal_de_las_noches_vacias     “Ha muerto Mercedes Salisachs, con 97 años. Su última novela, El Caudal de las noches vacías”. El mensaje me llegó hace poco más de un mes, enviado por un amigo que comparte mi admiración –casi devoción- por la escritora. Tomé nota para hacerme con el libro en la primera oportunidad que, casualmente, surgió algunas semanas después. Entro en la librería, y tropiezo con el libro, en primer plano. En la cubierta una farola que alumbra tímidamente, sin conseguirlo, la noche. Debe ser como el rio seco, el caudal inexistente del título –pensé. Le doy la vuelta y encuentro la foto de Mercedes, muy mayor, muy desgastada. Yo no lo habría puesto porque, para quien no la conoce, puede dar una idea equivocada. El desgaste no es el de los años, sino el sabor añejo de una existencia vivida a fondo, con zambullidos constantes por los subterráneos de amplio espectro que acompañan al ser humano. Al lado de la foto una frase que, esa sí, da en el clavo: “La novela más emotiva de la gran dama de las letras españolas”.

     Desde sus 96 años, Salisachs escribe, arriesga y aborda con delicadez impar temas peliagudos. Diseca las situaciones, esculpe los personajes. Son como radiografías del alma; más que radiografías, -la metáfora médica se me impone- como resonancias magnéticas, y hasta biopsias que analizan las tendencias en sus minucias Las crisis vitales, los errores cometidos, el sabor amargo de la traición, la reflexión serena que se agarra a la transcendencia. Los equívocos humanos son siempre los mismos –somos ese animal que consigue tropezar una, dos, mil veces en la misma piedra. Un difícil equilibrio que aunque fácil de entender, practicarlo es harina de otro costal. “Lo que manda al ser humano es la cabeza, el corazón, las sensaciones y el instinto. El peligro consiste en que cualquiera de esos “mandarines” del cuerpo obren, actúen y proyecten por su cuenta Es precisamente esa forma individualista de “mandar” lo que nos destruye. Lo que nunca falla es que tanto la cabeza como el corazón, las sensaciones y el instinto dialoguen entre ellos, se unifiquen y extraigan consecuencias, se pongan de acuerdo y eclipsen posibles errores en comunidad. Si obran por su cuenta seguro que la pifiarán”.

     A sus años, con muchas horas de vuelo, Mercedes narra como quien no quiere la cosa, a un ritmo que te prende y te hace correr páginas como quilómetros sin cansarte. Una alternancia de capítulos, narrador y protagonista, técnica muy dominada que hemos visto en sus novelas anteriores. Un mano a mano como quien se alterna en un carrera ciclística por los parajes del alma humana. Para no cansar, y para hacerte pensar, destilando gotas de sabiduría: “Ciertas anomalías se vuelven costumbres, resulta muy difícil hablar. Las dificultades se multiplican y las verdades se vuelven sordas y mudas (…) Nada conduce más directamente al engaño de nuestros propósitos, que desafiarlos con nimiedades consideradas paréntesis sin importancia”.

     Salisachs no deja que nos engañemos. Porque los personajes, la historia, funcionan como una enorme caja de resonancia, que retumba en el alma de lector donde hace eco en su propia vida. “Lo malo entonces no consistía en pensar demasiado. A veces analizar y pensar podía ser una tentación enemiga a la que era preciso vencer para continuar viviendo sin grandes traumas. Las posibles dudas estorbaban. Había que canalizarlas a insertarlas en el torbellino de la incógnita (…) El ser humano es, ante todo, un entre proclive a dejarse llevar por impresiones. Las influencias buenas o malas forman parte importante de las parodias humanas. A menudo se olvida que todo en esta vida es un préstamo. Nada es verdaderamente nuestro ni nadie es dueño de lo que se empeña en conservar o sencillamente ser”

     Vislumbramos las carencias que a todos nos rodean. “Los terrícolas precisamos ‘precisar’. No tenemos en cuenta que casi siempre lo que deseamos suele acabar en un error o, en el mejor de los casos, en una simple costumbre.” Y los procesos para engañarse a uno mismo, que nos son tan familiares porque los palpamos diariamente “¿Cuántos hombre y mujeres que proclamaban haber encontrado la persona de sus vidas conseguían mantenerse unidas hasta la muerte? Pocas, muy pocas. Lo malo era que no escarmentaban: de nuevo surgía ‘el amor definitivo’ el ser irrepetible, la razón intachable. Y la historia de una pasión invencible comenzaba otra vez para morir de insulsez y aburrimiento casi siempre a los cuatro o cinco años de convivencia.”.

     Con serenidad y aplomo describe los itinerarios de la ruina interior: “Tal vez fueron aquellos constantes elogios los que lentamente fueron destruyendo en mí el valor interno de la humildad (…)Era imposible mantener un diálogo normal y consecuente entre tanta frivolidad. Especialmente si el alcohol se adhería a la sangre más de lo necesario”. Y, naturalmente, la soledad, que grita con su silencio, recriminándonos: “Había lejanías así: aparentemente cercanas, pero angustiosamente distantes. (…)Todo cuanto me rodea es como un reproche sin voz”.

     Las pasiones humanas, y sus consecuencias, no son algo nuevo. La literatura nos las cuenta desde siempre. La novedad que Salisachs aporta es el modo de aproximarse de ellas, con ternura que ayuda a comprender. La sabiduría de una vida, larga, bien vivida, bien pensada que facilita el entendimiento de las equívocos ajenos y de los propios. Una vida que se disfruta a fondo, con alegría, porque desde la juventud hasta la vejez, está anclada en la transcendencia. “En el mejor de los casos un hombre sano no deja de ser un moribundo en perfecto estado de salud”. Un agradecimiento a Mercedes Salisachs por su testamento literario. Hay quien diga que escribe para su público, que es cautivo. Yo me incluyo en esa categoría, con mucho gusto. Una verdadera dama de las letras; para mí, un honor pertenecer a su corte.

Comments 2

  1. Como ya es una agradable costumbre el Dr. Pablo González Blasco nos participa su gozo por leer y penetrar en el pensamiento -en este caso-
    de una gran escritora. Gracias al Dr. González Blasco por compartir sus experiencias… Una duda la frase:
    “En el mejor de los casos un hombre sano no deja de ser un moribundo en perfecto estado de salud”. ¿Es del Dr. González Blasco? Si la respuesta es afirmativa, resulta del topo acertada porque el primer requisito para morir es precisamente estar vivo.
    ¡¡Felicitaciones!!

  2. Voy a comprar este libro porque me quede impactada con tu comentarios. La verdad es que no conocia a esta escritora. Una excelente oportunidad para hacerlo. Un abrazo.

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