(Español) Ernesto Sábato: «Sobre héroes y tumbas»
Ernesto Sábato: “Sobre héroes y tumbas”. Seix Barral. Buenos Aires, 2007. 432 pgs.
Algo quedaba en mi paladar afectivo, de la lectura de aquel pequeño gran libro de Ernesto Sábato La resistencia, como un aroma magnífico. Y cuando pude disponer de éste que alguien califica como la mejor novela argentina del siglo XX, no lo pensé dos veces, me zambullí en sus páginas. Y me di un golpe morrocotudo, porque no había agua suficiente para recoger el volumen de mi cuerpo cayendo en picado. Ni agua, ni nada. O mejor, mucho, pero que no era agua.
¿Y que había? Pues un montón de material, que son espasmos, mezclas de sueños, pensamientos, realidades, y no sabes dónde estás pisando nunca. Historias paralelas, muchas escritas en lenguaje que a los mortales no argentinos nos suenan disonantes. “Qué misterioso es el mundo. Solamente la gente superficial no lo ve. Conversás con el vigilante de la esquina, le hacés tomar confianza y al rato descubrís que él también es un misterio”
Devaneos continuos, del que se va por las ramas, que son tantas, que no sabes si hay tronco, árbol, o lo que sea. Después de intentar situarme en el primer veinte por ciento del libro, admito que tuve que leerlo en diagonal, porque el argumento -inexistente- te cansa hasta la saciedad. Aunque no dejé de anotar frases que permiten vislumbrar el genio del escritor que tenemos delante. “La vida la hacemos en borrador. Un escritor puede rehacer algo imperfecto o tirarlo a la basura. La vida no; lo que se ha vivido no hay forma de arreglarlo, ni de limpiarlo, ni de tirarlo (…) Aquello era como una biblia termodinámica en que Dios aparecía sustituido por un ente laico, pero también inexplicable, llamado Energía”
El tedio me invade mientras avanzo en la lectura, si es que se puede calificar como lectura los vistazos que voy dando entre las páginas. Y no porque falten descripciones geniales. En verdad, sobran porque no sabes donde situarlas, ni a quien se refiere, aunque, eso si, tienen pegada. “Tu espíritu reinando sobre tu cuerpo como un dictador austero. Como si Pio XII tuviera que vigilar un prostíbulo (…) Desilusiones continuas, como una sirvienta que cada noche era llevada al palacio encantado, para despertar cada día en su pocilga (…) ¿Sería uno tan duro con los seres humanos si se supiese de verdad que algún día se han de morir y que nada de lo que se les dijo se podrá ya rectificar?”
Aparecen dos personajes que pueden ser los protagonistas, pero eso no nos queda claro, porque el aflujo de otros es grande, y no se sabe quién lleva la voz cantante. Martin que pensaba ser (para Alejandra) un ser superfluo y torpe, que no hacía otra cosa que escucharla y admirarla. Alejandra que se ríe de si misma, de la absurda idea de limpiarse el alma con agua y jabón. Una relación atribulada, “como una serie de fogonazos, como estallidos de nafta en una noche oscura”.
Personajes variados salpicando un argumento que no existe. ¿Dónde los cuelgo? me preguntaba mientras pasaba las páginas, cada vez más rápidamente. Y con los personajes, las críticas que también son abundantes. “Porque en este país de resentidos sólo se empieza a ser un gran hombre cuando se deja de serlo. Es curioso la calidad e importancia que en este país tiene la literatura fantástica. Se dicen muchas tonterías sobre lo que debe ser la literatura argentina. Lo importante es que sea profunda. Todo lo demás se da por añadidura”. Aquí, naturalmente, sale Borges, y las críticas que Sábato le hace. Y muchos otros escritores en un par de páginas que es una demostración de la cultura del autor, que critica la literatura fantástica y en este libro se mete de cabeza en ella. O por lo menos eso nos parece a los que no somos muy versados en el tema.
Incluyo una anotación final, porque me parece representativa de lo que venimos considerando. “Esa insaciable sed que los enamorados tiene de oír todo lo que de alguna manera puede referirse al ser que aman. Ese afán que tienen los hombres de aferrarse a cualquier despojo de alguien que quisieron mucho, esos despojos del cuerpo y del alma que han quedado abandonados por ahí”. Es una descripción lírica, profunda, digna de Dostoievski. Una pena que la falta de argumento las deja sueltas, flotando en el aire. Descripciones densas, con magnífico uso del lenguaje, que carecen de personajes verosímiles para sustentarlas. Como un traje elegante, un vestido fascinante, que no encuentran quien se lo ponga.