(Español) Juan Marsé : Caligrafía de los sueños
Juan Marsé : Caligrafía de los sueños. Lumen. Barcelona (2011). 426 págs.
No recuerdo que fue lo que me animó a comprar este libro hace ya casi un año. Por lo que me conozco, debe ser alguna crítica que leí y me atrajo el tema, o mejor, la característica cronológica y narrativa. Son los años que se siguen a la guerra civil, donde las dos Españas continúan presentes; desde crio recuerdo que siempre lo han estado, incluso en la misma familia, y eso que yo soy mucho posterior. La prosa de Marsé fluye con facilidad, y aunque escribe en castellano se le nota muy catalán. Imagino que después de ganar el premio Cervantes en 2009, tiene motivos suficientes para continuar escribiendo en castellano, sin preocuparse con susceptibilidades regionalistas.
Lo mejor de la novela son los personajes, magníficamente retratados, no mediante descripciones sino perfilados en sus propios diálogos. Conversaciones castizas, muy de aquella época, que me despertaron recuerdos de infancia. El argumento es muy tenue –no soy capaz de resumirlo- y quizá no existe, porque lo que se propone es sacar una foto de época, un cuadro de costumbres. Narra con facilidad, pasa de un detalle a otro –de una cabeza a otra- porque al final todo es una caligrafía de los sueños.
El relato se narra a través de los ojos de Ringo, un adolescente. Echando cuentas, debe ser el alter ego del autor que, en la época que sitúa la novela, tenía justamente la edad del protagonista. Pero una cosa son los recuerdos y otra conseguir contarlos con la mentalidad que se tenía cuando se vivieron. Hay que reconocer que Marsé se esfuerza, y en muchas ocasiones plasma con credibilidad los sentimientos, confusos y atolondrados, del joven que despierta para la vida afectiva. Pero se adivina –quizá porque se le va la mano en algunas groserías- que el corazón que pulsa no es de adolescente, sino de un hombre maduro, vivido; quiere retozar sobre sus recuerdos pero el cuerpo le advierte de las cicatrices y artrosis que inevitablemente se acumulan con la vida. Es decir, que le falta espontaneidad, lozanía. Puede ser que los sueños del título sean los del autor; esos sueños que uno intenta atrapar cuando se despierta, dar marcha atrás, sin conseguirlo.
Esperaba más de la novela. Quizá las expectativas de leer un premio Cervantes – que también acumula un Planeta- son demasiado altas. Quizá estoy mal acostumbrado con Jiménez Lozano, que con sus 83 años, continua me sorprendiendo. Y, por hablar de los Planetas, con Mercedes Salisachs, que a los 94 me fascina. En fin, que el hábito –y los méritos pasados- no hacen al monje.