(Español) Lorenzo Silva: Los Cuerpos Extraños
Lorenzo Silva: Los Cuerpos Extraños. Destino. Barcelona (2014). 352 págs.
Nueva entrega de la ya consagrada pareja de guardia civiles, el Brigada Bevilacqua, y la Sargento Chamorro. Esta vez, en escenario levantino, inundado de corrupción política y, naturalmente, con crimen por solucionar, nada menos que una alcaldesa.
No sabría decir si Lorenzo Silva escribe cada vez mejor, o si es que tengo tan calados sus personajes –me cuesta esfuerzo darme cuenta de que no son reales- que la lectura es ágil, rápida, divertida, y sin parar. O quizá las dos cosas. Hay ironía, instrucción, y hasta elipsis elegantes en materias peliagudas que fácilmente desembocarían en temáticas de mal gusto. No siempre, porque la materia con que hay que vérselas se las trae. “Mi profesión me ha permitido constatar hasta qué punto la noche puede ser manto protector para tarados y ocasión propicia para la torpeza humana”.
No me extraña que Bevilacqua provoque admiración en sus variados interlocutores: No parece usted un guardia civil, dicen. A mí, sin quitarle ningún crédito a la benemérita, tampoco me lo parece, pues gasta la psicología –esa que dice que estudió y no le dio para ganarse la vida- cuando describe, magníficamente, las figuras que van desfilando por la novela. “Tenía opinión sobre todo y la tendencia a expresarla con muchísimas más palabras de las estrictamente indispensables. Mientras le escuchaba pontificar sobre lo divino y lo humano y desgranar la incompetencia de todo el mundo menos él….me abandoné al gustoso paladeo del vinazo de sesenta euros que habían traído para la ocasión”.
La filosofía cotidiana le permite abordar sagazmente los casos, las evidencias, las pruebas. Una actitud de sospecha metódica que no deja títere con cabeza, si se le pone a tiro, y que su jefe le advierte: “Vila, no dejes de tener bajo control a ese bolchevique cáustico que llevas dentro”. Cada vez más duro e intolerante con el mal, aunque le rezume la ternura cuando trata con sus seres queridos, con su hijo. “Sé que hay cultura, u nos son pocas, donde los padres y los hijos, y más si son varones, jamás se besan. Siempre me ha alegrado infinitamente no pertenecer a uno de esos pueblos salvajes. Hay que rozarse con la carne de la propia carne, de lo contrario el mundo es un pedrusco demasiado frío”. Y es que como él mismo dice, “antes que guardia soy un ser humano. Eso me condena a ser peculiar, desde la forma del dedo gordo hasta los lunares”. Un humanista con tricornio, lo que no deja de ser interesante.
Me he leído casi todas las entregas de Bevilacqua y Chamorro y, sin duda, se nota una evolución en los personajes, un crecimiento reflexivo. Como si el ambiente sórdido que por oficio les rodea, les otorgara madurez y realismo. “Obedecía a necesidades del servicio. Vista larga, paso corto y mala leche, reza la divisa informal y tradicional del guardia civil, y de las tres herramientas hay que echar mano en la clase de negocios que el oficio, el país y el paisanaje suelen depararnos”. Van a lo suyo, centrados, sin perder energías con lo políticamente correcto. Algo que siempre despierta una sana envidia. “Al fin de cuentas, la vida es demasiado corta como para gastar trozos de ella en reparar los malentendidos que sobre uno puedan llegar a producirse. Ni la naturaleza de nadie ni la atención que prestamos a los demás son nunca lo bastante consistentes como para sentirse ofendido por lo que crean que eres o dejas de ser”.
Una lectura amena, atrayente, muchas veces divertida. Con diálogos que me hicieron reír en voz alta. Valga una muestra:
- Gracias, mis oraciones están con ustedes, Vila
- Creí que no era muy religioso.
- Convenientemente acojonado, casi todos los somos
¿Y los cuerpos extraños?. Es le pregunta que todo lector se hará conforme pase las páginas del libro. La Sargento Chamorro nos da una pista: “Como nosotros, que nos sueltan por ahí a buscar la verdad que tanta gente no quiere que se encuentre, y que si llega a encontrarse prefieren que se olvide y que no se tenga en cuenta, para seguir con la partida amañada en la que siempre ganan y pierden los mismos”.