(Español) Álvaro Silva: «Camina la Noche»
Álvaro Silva: “Camina la Noche”. Acantilado. Barcelona. 2015. 424 págs.
Cuando leí la reseña, me interesé de salida. Una historia de equivocaciones y perdón, situada en la Guerra Civil Española, contada en flash back. Me zambullí en la lectura –rápida y fácil- y noté que los muchos detalles me empañaban el hilo de la historia. Como moscas que te distraen. La descripción , por ejemplo, de cómo los milicianos arrojan el órgano, desde el coro al suelo de la iglesia durante un asalto, me resultó rococó. “Bramando el órgano en estridencias que rebotaban de un extremo a otro de la Iglesia, acaso dispuesto a reventar como un Sansón mecánico trayendo sobre sí mismo la ruina del templo entero”.
La lectura era interesante, cada vez más, y no sucumbí a esa primera sensación. Hasta que me di cuenta que los detalles, el vitalismo que de ellos rezuma, es el mismo argumento. Entrando en sintonía, la lectura sigue cómoda, entretenida, sorprendente, porque te mantiene en vilo. Y, ahora sí, la fuerza del relato se adorna con los detalles que enriquecen la narrativa y apalancan la imaginación. “Cinco años después de casarse, seguía asomándose al balcón, si el tiempo lo permitía, buscándolo en la calle con los ojos, y luego, tras el primer beso nada más entrar en casa le gustaba ver que cerraba la puerta con el afán de un avaro que puede retirarse tranquilo al final del día con su tesoro a salvo”. Bonita descripción de un matrimonio joven enamorado, en el encuentro diario al final de la jornada.
El telón de fondo es la guerra, tragedia que cristaliza cobardías y heroísmo, venganzas e incomprensiones, donde el perdón lucha por abrirse camino. Y, siempre, las dos Españas, en ritmo binario del diapasón histórico que tiene –como vemos- una infinitud de variedades sobre el mismo tema. La madre que no entiende –ni quiere- los cambios políticos porque amenazan sus valores: “Me voy a Misa a rezar por vuestra dichosa República”. Y los diálogos del joven matrimonio, republicano convicto él, mujer enamorada ella, que mantiene la sensatez delante de los juicios temerarios.
-El amor sólo es de verdad si se hace más hondo cada día. Así nos lo enseñaban las monjas.
-¿Y qué saben las monjas de eso? ¿Qué pueden saber las monjas del amor?
-Del amor de Dios quieres decir. ¿Que qué saben? Se entregan en cuerpo y alma . Dan su vida entera para amar y servir a Dios.
El autor demuestra pulso narrativo en las reflexiones; duras, crudas, incisivas, directas. “El baño que recibía el desperdicio humano aceptaría ahora también los despojos de su espíritu en quiebra” Te atrapa por eso, más que por el argumento, si tienes la cadencia para leer los detalles, aquellos que resultaban molestos al principio, pero que son la miga de la novela. “El cuadro, los fusilamientos del 3 de Mayo….Pincelado en colores de fuego para alumbrar la oscuridad del horror y de la muerte, aquello no era un cuadro sino una ventana de la humanidad en su miseria y grandeza”.
Y al final de la novela el autor nos da el recado: la responsabilidad que tiene cada acción. Una determinada actitud puede pasar desapercibida, pero antes o después se cobra los intereses. “Los actos humanos tenían una cualidad contundente y definitiva. No eran un mecanismo que admitiera la marcha atrás como un automóvil en ruta errada. No era posible rebobinar la narrativa de una vida para lanzar personajes y escenas por otros derroteros”.
La vida –dice Fernando Pessoa- es lo que hacemos con ella. Y eso nos cuenta Alvaro Silva en esta interesante novela. No hay como rebobinar la vida. Se vive de golpe, a cada instante. Lo que podría ser lugar común, la guerra y las dos Españas, tienen el sabor de novedad de la libertad humana, de las decisiones que cada uno toma. El ser humano es siempre sorprendente, y ahí está, en esa arriesgada originalidad, la raíz de su nobleza o de su desventura.