(Español) Lorenzo Silva: «La Estrategia del Agua»
Lorenzo Silva: “La Estrategia del Agua”. Destino. Barcelona. 2010. 377 pgs.
Cuarta entrega del dúo de la Guardia Civil, Bevilacqua y Chamorro. Pero si los investigadores han progresado en el escalafón militar –Vila ahora es Brigada, y Chamorro ascendió a Sargento- el autor no hace otro tanto. Los episodios anteriores superan con creces este último, que deja bastante a desear. Lo que tenía de castizo y provocador –una buena novela policiaca- se pierde en medio de un lenguaje enrevesado, que abusa del argot y de sutilezas que lejos de cautivar el interés, resultan tediosas. El argumento carece de fuerza, le falta suspense, y el desarrollo del guión como no puede apoyarse en los hechos, se vuelca sobre los personajes, con resultado anodino, casi empalagoso. El libro no te sorprende, su lectura no es tentadora, hay que esforzarse por continuar. Y esto, tratándose de una novela de acción –y con la expectativa que Silva supo crear con sus anteriores entregas- desdice bastante de la obra. No sé decir si el Vila anti héroe y escéptico que nos es ofrecido aquí, es el reflejo de una nueva fase de Lorenzo Silva, o quizá su retrato. Tendremos que esperar el próximo episodio para saberlo. Y también recuperar las ganas de leerle. Queda la sugerencia de “revisitar” las novelas anteriores, cuando las patentes militares eran inferiores, y los resultados mucho más vistosos.
Bien es verdad–nobleza obliga- que merecen destaque unas páginas perdidas, allá por el capítulo 15, donde el autor revela, sin ningún pudor, su amor perdido por Madrid. “Madrid nunca construiría una ensoñación romántica en torno a su propia identidad como otras ciudades; ni falta que le hacía. Por no necesitar, ni siquiera necesitaba que la quisieran. Y, sin embargo, el hecho cierto era que muchos de los que andábamos por sus calles, en una especie de alarde masoquista, la amábamos sin remedio. Quizá sea porque, en medio de toda su rudeza, Madrid saber besar como pocas saben. Tan inopinada y dulcemente como sentí que me besaba cuando llegué a la Plaza de España, y de pronto el viento me barrió la frente y me la despejó de sombras”. Para los que, como el autor, somos de Madrid y entendemos sus devaneos mientras pasea por Gran Vía, esto nos amarra. Aunque sea un golpe bajo. Lo suficiente para darle a Silva la oportunidad de que vuelva a sorprendernos.