(Español) Eduardo Mendoza: “Riña de Gatos. Madrid 1936”

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Eduardo Mendoza: «Riña de Gatos. Madrid 1936». Planeta . Barcelona. 2010 (Premio Planeta 2010) 426. Pgs.

     Comentando con uno de mis hermanos sobre lo mucho que me estaba gustando esta novela, nos surgió la duda de si los gatos eran una metáfora de peleas callejeras de poca monta, o si se trataba de madrileños de pura cepa que pugnaban entre sí. Parece que son necesarias dos generaciones seguidas nacidas en los madriles para poder ostentar el título de gato. En fin, no salimos de dudas, y habiendo un inglés de por medio, diplomado en Cambridge, no parece que los gatos sean de los castizos porque no todos los que riñen son de Madrid. Lo que sí es cierto es que la novela tuvo que superar una crítica literaria negativa –de estas que te caen entre manos sin buscarlas- que me hizo perder el interés; pero, para suerte mía, lo recuperé gracias a las recomendaciones, siempre acertadas, de un buen amigo de muchos años, un librero que sabe ejercer su oficio.

     Ambientada en los meses que anteceden a la guerra civil, el protagonista –Anthony Whitelands, un crítico de arte inglés especialista en la pintura del Siglo de Oro español- , llega a Madrid, ciudad por la que siente especial pasión, que se concretiza en sus amores por el Museo del Prado, como si de su segunda casa se tratara. El inglés no es un dechado de virtudes, como tampoco lo son muchos otros personajes que transitan por la novela. No creo que Mendoza trate de criticar a nada ni a nadie en especial, sino de contar una buena historia, divertida, que destila ese sabor específico que resulta de saber mezclar personajes ficticios con otros reales, en coyunturas históricas también verdaderas. Que los personajes reales no actúen con absoluta veracidad histórica, no le quita el mérito ni el entretenimiento. El autor les da entrada y salida, en los diversos capítulos, como el malabarista hace rodar los platos en el circo, saltando de uno a otro -aquí más fuerza, allá menos- , sin dejar que se caigan, conservando el equilibrio. Y todo con un ritmo elegante que mantiene el interés del lector, además de aliñar los diálogos y situaciones con un lenguaje castizo, muy de Madrid, que añade salero y divierte. Y eso que el autor es catalán, lo que tiene más enjundia.

     Después de terminar el libro, volví a leer la crítica que me despistó, pues la tenía guardada en el ordenador. Está comprobado: es completamente injusta, queriendo ser académica, sacándole punta a lo que no lo tiene. Y por eso me siento obligado a comentar, a modo de desagravio, algo que me llamó la atención: la elegancia con que Mendoza sortea los momentos en que la temática le daría ocasión a descripciones escabrosas. Algo que en la literatura de hoy es necesario elogiar, pues no son pocos los libros –algunos muy celebrados por los críticos- que se me atragantan por los tropezones que, en nombre del realismo, se mezclan en la narración, haciéndola de lo más indigesta.

     Respeto que a algunos no les haya gustado el libro, o que esperasen más, o los mil motivos que puedan alegar, con todo derecho. A mí me encantó, me divirtió, me hizo pasar buenos momentos. Tiene mi placeat de lector habitual de premios planeta al galardón de 2010. Y no creo que los vicios de los personajes se me contagien, pues cada uno tiene bastante con ir corrigiendo los suyos. También hay virtudes, y corazones buenos, pero de eso los críticos no hablan. Como “Riña de Gatos” es el escenario que prepara la guerra civil, y sobre este tema todos y cada uno de los españoles tienen centenas de teorías, y no se ponen de acuerdo hasta hoy, quizá es también uno de los motivos de la discordia. Nunca se sabe, pero tratándose de esta ya casi secular polémica, todo es posible, vaya usted a saber.

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