El Tiempo entre Costuras
María Dueñas: «El Tiempo entre Costuras». Temas de Hoy. Madrid 2009. 630pgs.
He disfrutado de lo lindo leyendo la novela de María Dueñas. Son 600 páginas de lectura dinámica, porque prende de tal modo que las hojas pasan una tras otra, y toda la dificultad estriba en conseguir parar. Un fenómeno narrativo que mezcla aventuras, suspense, historia, y sabrosos diálogos en boca de personajes magníficamente conseguidos. Esto resume todo, porque no me atrevo ni a mencionar el argumento. Y así me lo recomendaron: zambúllete en el libro, sin leer las solapas. Y así lo hice. Esto es todo, pero no resisto a contar otras cosas. No del libro, sino de mí. O quizá, de la interacción que he tenido en estos días que he devorado esta novela. De mi diálogo personal con ella.
Desde niño, siempre me llamó la atención escuchar en las zarzuelas castizas, los pasacalles y romanzas que hablan de las modistas. Bailes de verbena, llenos de personajes únicos, chulos madrileños, matronas de armas tomar, caballeros a la vieja usanza y modistillas. Me llamó la atención, porque nunca pensé que se podría hacer tanta poesía con una modista, o que era una clase a parte que mereciese ser citada. Aunque –bien es verdad- la única modista que conocí en mi infancia era una vecina de mi madre, una chica alta, bien puesta, con mucha clase, que cosía para bastantes señoras del barrio y, ciertamente, para muchas otras. Pili la llamábamos; Pili, la modista. Recuerdo haber pasado bastantes horas en su casa –vivía en el piso de abajo- , me daba de merendar, me dejaba revistas que yo no entendía –apenas sabía leer- y se interesaba por mis cosas, por el colegio, me decía que tenía que obedecer a mis padres. Pili era soltera, vivía con su madre, viuda. Y se dedicaba a algo que a mí me parecía trivial, algo que yo veía a mi abuela hacer todas las tardes: coser. Como niño nunca se me ocurrió pensar que aquello fuera un trabajo. Cuando crecí y empecé a oír zarzuelas –mi madre cantaba muchas coplas en sus quehaceres- se me ocurrió pensar que las modistas eran una especie en extinción, y que Pili debía ser una de las últimas sobrevivientes.
Read More