Avatar y las estaciones del año
Vi no hace mucho la película de Avatar. Me sorprendió la enorme belleza de la película, un exceso de maravillas que el cuerpo agradece, y sobre todo lo descansa y agranda la mirada.
La defensa de la vida en el film, se me hizo en algunos momentos incomprensible, hasta que como siempre la propia vida ofrece una interpretación válida al menos para uno mismo y comprensible para otros aunque su experiencia vital sea diferente.
La naturaleza del hombre y su vida están felizmente ligadas a la Vida y a la Naturaleza. Lo que destruye esta daña también aquella. Así en nuestro vivir a veces las estaciones del año que nos brinda la traslación de la tierra se manifiestan al modo humano impregnando todo cuanto hacemos.
El otoño es una muerte lenta, un caer de los frutos y el adorno que nos acompaña en la primavera y el verano que duele y cuesta. No nos desprendemos con facilidad de aquello que ha sido parte de nosotros durante meses y que nos gustaba contemplar como algo propio. Pero los frutos de la Naturaleza son un regalo. A ella vuelven y nosotros hemos de saber enterrarlos, no para olvidarlos sino para que vuelvan a producir frutos en la próxima estación. El otoño es una muerte lenta y dolorosa a la que a veces nos resistimos y lloramos por ello. Por eso en la Naturaleza llueve. La lluvia del otoño es gris y gris se pinta nuestra vida. Queremos morir, nos vemos solos porque nadie puede acompañarnos en ese trance. Sólo la Naturaleza nos acompaña. El invierno cubre con el frío los frutos enterrados pero la vida no ha desaparecido del todo. Por el hielo penetra hasta el fondo de la tierra y los rescoldos de vida enterrados se despiertan y pugnan por salir. En los países de creencia católica estas fechas coinciden con la fiesta de la Inmaculada. La vida que renace se prepara durante el invierno, lenta y silenciosamente. Se ha mitigado el dolor de la muerte la muerte de lo que parecía vida y no lo era en realidad.
Quizá los que saben del Zodiaco puedan aclimatar mejor las vivencias particulares de las personas según su propia “carta astral”, no sé. Creo que cualquier investigación hecha con rigor merece ser escuchada. En invierno nace Cristo, así lo celebramos los cristianos. Pero es un invierno que supera los límites del tiempo, es el Invierno de la Naturaleza, y la Vida está allí oculta solo unos pocos lo saben. Los que han dicho sí a esta nueva Vida (José y María), los hombres que viven del campo (los pastores) y los que estudian las estrellas (los Magos).
Ahora que la primavera asoma aquí en España se entiende el bien que nos hace el Otoño con su muerte y su lluvia, y el crecer para adentro del Invierno. Aun debo esperar a la primavera que tanto promete… Su lluvia se me hace de colores, su viento y sonar siempre acompañado. La primavera suena impulsos, lanza luces. Tampoco hay que dejarse engañar. Los colores de Avatar estaban en otra dimensión. Son colores eternos por eso nos deleitan sin engaños.