Marcos Ordóñez. Una cierta edad
Marcos Ordóñez. Una cierta edad . Anagrama. Barcelona (2019). 332 págs.
Cuando cayó en mis manos -es decir, en el correo del ordenador- una sinopsis de este libro, anoté al lado de las referencias: parece ser un libro encantador, con toneladas de cultura, y el aplomo de la visión de la tal cierta edad. Algunos meses después, me lo compré al pasar por Madrid, en una de esas entradas arriesgadas en la Casa del Libro. Arriesgadas, porque ya sabes de antemano que saldrás con más libros de los que te propones al cruzar el umbral de entrada.
Confeccionar un diario no es tarea fácil. Hay que encontrar el tiempo, incluirlo en la rutina, como un marcapaso vital. Tomar notas al alimón, sin pretensión de carta de navegación diaria, también exige vencer la pereza, y apuntar lo que quizá en el momento parece carecer de importancia, pero uno sabe que vendrá a tenerla después. Ya nos los advierte el autor en algún momento: “No te plantees subir una montaña de golpe. No pienses en formas. No pienses em “novela” o “cuento”. Ten siempre a mano el carnet de notas. Apunta. Destellos, frases sueltas. No le busques sentido. Ni destino. No todavía. Te parecerá que la mitad ( o más de la mitad) de esas notas son inútiles. Pero no lo son, ya lo verás. Yo me suelo repetirme todo eso ( y más cosas) cada vez que me encuentro como tú. Ahora mismo, sin ir más lejos. Que la fuerza nos acompañe”.
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